1º Episodio – 15ª Etapa. Ribe – Copenhague

La gente tiene que morir para hacer la vida importante. Ninguno de nosotros sabe cuánto va a vivir. Eso es por lo que tenemos que hacer que cada día importe

Nate Fisher

21 de Agosto

Canción de la etapa. Compadre – Los de marras

Kilometraje. 328 (4.630 totales)

Mapa

Ruta: Aquí

¡Qué bien he dormido! Como contaba en el capítulo anterior, en el albergue estaba yo sólo en la habitación de 6. Desplegué todo mi arsenal. Cargué todos los dispositivos y como la conexión a internet era buena me vi una película en Netflix. Puede que este sea uno de los pocos días que sabía dónde iba a dormir. Bueno, más bien sabía en qué ciudad me iba a establecer. Destino Copenhague. Recojo mis cosas apurando el reloj. Las 10 que es la hora que te dan normalmente los albergues para hacer el check out. Saco el hornillo y me preparo un café ante la mirada atenta de hordas de turistas bajándose de autobuses. Sí, prefiero hacerme el café yo, les digo con una mirada «amenazadora». Que bueno, que si me quieren invitar, no les iba a hacer un feo. Eso está mal, no se debe hacer eso.

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Salida de Ribe. Fue más dificil de lo que parece sacar la moto de todas esas piedras

Si pongo en Google directamente la dirección Copenhague me lleva directamente a la carretera E20 de Dinamarca, pero ya que parte del día iba a transcurrir por esa autopista, prefiero rodar un poco por carreteritas. Dinamarca es bastante plano, y no me encuentro muchas curvas por el camino. Sin embargo, la vegetación es frondosa. Agradable el camino pero no encantado. Reposto en el pueblo de Haderslev y ya debo tirar hacia el norte para cruzar a la isla de Odense.

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¡Las señales de peligro en Escandinavia, te especifican todos los animales!

Me encuentro ya en la Isla de Odense y paro en una gasolinera para tomarme una de las mil salchichas que me habré tomado en todo el camino. Ahí me pongo a buscar alojamiento en Copenhague. Me empiezo a sorprender porque en la mayoría de los albergues no me dejan reservar para el mismo día. Mala espina me da, pero bueno hay mucha oferta por lo que veo aunque los precios de Copenhague, son sinceramente, abusivos, no así los de Dinamarca. Prosigo el camino para cruzar entre la isla de Odense y la isla de Copenhague. No me esperaba gran cosa del puente que los une, probablemente porque uno de los sitios a visitar en el viaje sería el puente de Øresund, que vendría el día siguiente, y del que todo el mundo habló en su momento. Sin embargo amigos, ya os lo adelanto, a mi me sorprendió mucho más el puente del Gran Belt, que precisamente lo que hace es atravesar el estrecho de Belt. Es el tercer puente colgante más grande del mundo. Sinceramente, impresionante.

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Puente del Gran Belt

En poco tiempo llego ya a Copenhague, al primer albergue que me había marcado. «I’m sorry we are full booked». No pasa nada, voy al segundo. «I’m sorry we are full booked». Voy al tercero, ¡y por fin había! Estoy en una gran ciudad, y la moto la tengo que dejar en la calle, pese a que no veo ninguna más aparcada. Por suerte según estoy bajando las cosas, me habla un señor danés, pero que había vivido en Málaga durante más de 10 años. Me dijo que sin problemas, que donde la tenía no había ningún problema. Como llego medianamente pronto, sobre las 6, le pregunto que podría ver en la ciudad. Y me indica que debo ir a Cristiania y luego ver un poco el centro. Así que subo, me cambio y le hago caso. El albergue de esta noche es el que menos me ha gustado de todos. Probablemente es el más limpio. Probablemente es el más cómodo. Pero es el albergue en el que más se nota que es un negocio. Como borregos esperando para la llave, los recepcionistas no sabían si podría dejar la moto en la calle. No sabían indicarme qué ver, o algún sitio para cenar barato. Se limitaban a decirme ahí tienes mapas, en la cafetería de aquí es barato, etc etc. «Next please!» En el resto de sitios, eran pequeñas familias que se juntaban de viajeros. Aquí es simplemente un sitio para dormir y abaratar el viaje (aunque no mucho, 50€ la cama)

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Famosas casas de Copenhague

Me dirijo camino a Cristiania. Para los que no lo sabéis, Cristiania es un barrio de Copenhague donde se instalaron los Hippies hace ya muchos años, en el que se acomodaron en los antiguos barracones militares daneses. Fue su particular movida madrileña. Ahí había drogas y eran autosostenibles, y en un principio el gobierno danés lo dejó para tenerlo de experimento social, que sigue hasta nuestros días. Como un cartel indica al entrar, «Está usted abandonando la UE». Y es que, aunque la policía patrulla, existe esta ley no escrita de que allí se autogobiernan ellos. Están prohibidas las fotos, por lo que cuidado con este tema. Dentro… Simplemente id a visitarlo. Es simplemente curioso, y en algunos puntos raro. Hay puestos de marihuana por todo el barrio, pero no escondidos, no, están ahí en la mesa, y el olor del lugar no deja ninguna duda de que está permitido.

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No puedo irme de Copenhague sin visitar la Sirenita. Está medianamente lejos si estás cansado, pero la foto había que hacerla así que reniego de mi cansancio y me dirijo hacia allí. Oigo hablar español. «Buenas noches» les digo. «¿También eres español?». Y ahí empezó como conocí a Nuria, Pablo y Nando. Una familia valenciana encantadora. A ellos les encantan los parques de atracciones. Como a mí, diréis. No. No me habéis entendido. Ellos organizan sus vacaciones para ver las mejores montañas rusas del mundo, los mejores parques, las mejores animaciones. Según te lo van describiendo te das cuenta que tienen auténtica pasión, y Nando, el pequeño, pues la está heredando encantado. Vienen de Suecia de visitar unos parques temáticos. De Copenhague irán después a Hamburgo, a visitar otros parques temáticos… Me imagino al pequeño Nando cuando le dicen en qué van a consistir sus vacaciones… él, encantado. Seguimos hablando, mucho, hasta el punto que yo pensaba irme de la sirenita al hotel, pero decido unirme a ellos a seguir visitando, ya por la noche, la ciudad. Nuria se preocupa por mi alimentación. Me dice que estando mi madre tan lejos, que ella va a ser esa noche mi segunda madre, y me da un sandwich que tenían guardado en la mochila para que cene algo. Nando me cuenta su pasión por la fauna marina. Y lo hace con verdadera pasión. Después de recorrer la ciudad, intercambiarnos los números de teléfono, toca irse ya a dormir a eso de las 12 de la noche. Quedamos en tomarnos una paella en Valencia, que por supuesto iré a verlos. Un abrazo familia.

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Tenemos pendiente una paella

 

 

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