La palabra clave es la frontera y el miedo. Occidente tiene miedo al islam, los hombres tienen miedo de las mujeres. Contra esto se crean dobles barreras: el visado en la frontera que separa los del sur de los del norte. Y, dentro del Magreb, el espacio público, reservado a los hombres, del privado en el que se confina a las mujeres a la obediencia. (…) El transgresor ha de saltar tres obstáculos a la vez: la frontera del país, la de su diversidad cultural y la de clase inferior y reprimida. –¿Cuál es su propuesta? –Es tan tonta como simple. En vez de cerrar fronteras, pedir visados, armarse hasta los dientes y dar lugar al nacimiento de nuevos fascismos europeos, bastaría con invertir en educación. La educación de la mujer en el mundo árabe se ha revelado como el método anticonceptivo más eficaz. Allí donde ha fracasado la píldora gratuita, impuesta despóticamente en muchos casos y como tal rechazada, triunfa el control de la natalidad basado en la alfabetización y la cultura
Fátima Mernessi (Premio Príncipe de Asturias)
«Maybe Tomorrow» me cansé de escuchar eso durante 5 días sobre si el barco que iba hacia Kazajistán saldría ese día. 5 días, de los cuales 4 fui al puerto para ver si por fin salía, pero nada. El puerto que está situado a 60 kms de Baku, y en el que teóricamente hay un hotel al lado que me fui imposible de encontrar los primeros días. Decidí llamar al barco «maybe». Tenías que distraerte con algo que hiciera más amena la espera y sobre todo que permitiese reírse de uno mismo y de las situaciones absurdas que se viven en estos casos.
El miércoles, como lo hice el martes y el domingo, volví al puerto pero esta vez ya volví para quedarme. Por suerte me encuentro dos motos y me digo y me sueño que serán gente simpática que hablen inglés. ¡¡¡Siiiii!!! Es una pareja holandesa que ha decidido darse un año sabático de sus trabajos para recorrer el sudeste asiático. Ella se llama Daniëlle y él se llama Klaas. Los podéis seguir en su web. Ellos habían llegado ese día después de intentar cruzar la frontera de Irán y que no les dejaran hacerlo. La regla, que no es nueva pero ahora la aplican desde febrero, de no dejar pasar a motos extranjeras de más de 250 cc. Así que tuvieron que cambiar sus planes y han decidido ir por China. Para los moteros que leáis esto, les cobraban $750 para cruzar Irán con las motos en un camión, para que os sirva de referencia. Como yo, ellos habían pagado los $200 que cuesta el ticket del barco maybe. Saben que es un barco principalmente usado por camiones y por trenes, así que a los turistas blanquitos saben que les pueden pedir lo que sea porque la otra alternativa es cruzar el Caspio por Rusia, lo que lo complica por el tema de visados. Consejo: si vais apurados de tiempo conseguid el visado ruso y olvidaros de este barco. Es más, cruzad a Rusia por Georgia y os evitáis Azerbaiyán. He dicho pagado, no que consiguiésemos ticket. Te dicen también que el ticket te lo dan luego, o mañana o pasado… No es que pensase que me estaban engañando pero durante cuatro días había pagado y sólo tenía un pequeño recibo sin ticket ni nada. Luego supuse que es porque no sabían el nombre ni el día de salida del barco que lo necesitan para el ticket. Además mandan toda la información a la policía Kazaka para chequear cualquier imprevisto.

Con nuestros tickets en la mano, por fin, a eso de las 9 de la noche y después de insistir un rato, me comentan que si les quiero acompañar al hotel que hay ahí al lado en base a lo que dice la aplicación iOverlander. Les digo que llevo buscando ese hotel 4 días y que no tengo idea de cómo llegar a él, pero parece que ellos tienen mejores indicaciones. Nos dirigimos al hotel por la carretera y dentro del casco pienso: Esto es lo que he hecho 4 días y aquí no hay ningún hotel ni salida. Pero antes de volver a coger la carretera que va hacia Baku, Klaas se para e indica un edificio. ¡Ese era el hotel! Ahora sólo nos quedaba pasar el bordillo de 15 cm de alto… ¡ERROR! mi moto es demasiado baja y se queda atascada justo donde se encuentra el muelle que retrae la pata de cabra. Adiós muelle y casi adiós a la pata de cabra. Con su ayuda, sorteo el bordillo y… ¡HOTEL!

En el hotel nos encontramos con Martina, una chica checa que está estrenando su BMW 750 que se dirige a Mongolia. Ella lleva varios 2 noches en el hotel y pronto nos hacemos amigos los 4. Compartimos cervezas, un vino que había comprado en Baku y Doritos (que sientan muy bien), en lo que apareció el chico de 26 años dueño del hotel y nos insiste en que quiere invitarnos a cenar y a vodka. Nos miramos y después del día que habíamos tenido dijimos why not? Lo que no sabía es que al final ellos se bebieron un chupitín de vodka y yo terminé a las 3 de la mañana con el chico, que no hablaba inglés, terminándonos la botella. Al día siguiente me arrepentí, pero esa noche estaba en la gloria. El del ferry nos había dicho que estuviésemos allí a las 8 de la mañana así que las prisas de esta gente me hicieron levantarme para salir a las 7:30 del hotel sólo por si acaso esta vez tenían razón.
Obviamente el barco no estaba ni se le esperaba a esa hora. Lo bueno de la espera en el puerto es que vas conociendo a todos esos locos que están haciendo algo parecido a ti. Unos holandeses de 22 años que habían comprado un coche de 1200€ e iban recogiendo autoestopistas y tenían la intención de venderlo en Kirguistán. Varios mochileros que iban a dedo. Un francés que no hablaba más de cuatro palabras en inglés que iba en bici (este era el más zumbao de todos). Una pareja de 70 años inglesa con un Audi A6 que harían el mismo recorrido que yo (cuando escribo esto en Khiva (Uzbekistán) sé que esta pareja ha tenido que abandonar el viaje. Su coche no ha superado el desierto y rompieron el carter en medio de la nada). Y por último unos amigosalemanes que acababan de terminar la universidad y habían comprado dos motos Simon de 1968 de 50 cc y querían llegar a Kirguistán. Estos habían roto desde que salieron 4 veces el chasis de la moto, en las pendientes se tienen que bajar y empujar la moto, tienen una velocidad máxima de 54 kms/h… Eso sí que es una aventura. Luego había un par de autocaravanas y algún despistado más.

Después de tener varias falsas esperanzas de que el barco saldría en las próximas horas, por fin llegó la definitiva. Embarcaríamos sobre las 12, y se cumplió más o menos. Estábamos entrando en el barco a eso de las 2 am del viernes y en el camarote a las 3 am. ¡A descansar!

Normalmente esta travesía tarda 34 horas, pero en los diferentes blogs de viajeros hay de todo, gente que ha tardado 26 horas y gente que ha estado hasta 12 días por las tormentas y vientos que se pueden generar en el Caspio y un barco incapaz de viajar a más de 10 nudos y por lo tanto sortear esos vientos en una bocana estrecha en Kazajistán. Así que a las 10 de la noche del viernes nos dijeron id a dormir que os avisamos al llegar pero tranquilos que queda un rato. Nos comentaban que primero irían los camiones, luego los trenes y finalmente los turistas, así que pensábamos que no nos despertarían hasta ese momento. ¡Qué ilusos por Dios! A las 12 de la noche estaban llamando a la puerta. No me lo creía que íbamos a ser la travesía más rápida en lo que lleva existiendo el barco. Entre pitos y flautas dudo que durmiese más de una hora y quedaba pasar todo el control Kazako. Los perros, papeles, pago de tasas, rayos Xs, ve al banco a cambiar, etc etc etc. Entre los turistas, que nos habíamos hecho amigos durante la travesía, teníamos la broma de «See you in the next line» (que viene a decir que nos vemos en la próxima cola). No sé, pero entre 8-10 colas diferentes hasta tener todos los papeles para poder pasar a Kazajistán. Las chicas y yo fuimos más rápidos pero Klaas se nos retrasó porque sus alforjas no son rígidas y en cada frontera tiene que quitar todo para pasarlo por rayos X. Así que se le adelantaron los camioneros con todo el papeleo que ellos tienen que hacer. Su paciencia no tiene límites, desde luego que después de este viaje admiro a todas esas personas que se pasan la vida en la carretera. Así que, aunque a las 5 tenía todos los papeles hasta las 6:30 Klaas no salió y ya nos fuimos los 4 a salir del puerto que se encuentra a 110 kms de la ciudad más cercana después de no haber casi dormido y tener el estómago completamente vacío y deseoso de un café. Pero Kazajistán os lo cuento en el próximo episodio. ¡Disfrutad con el vídeo!