1º Episodio – 3ª Etapa. Toulouse – Vichy

Cómo se porta la vida, cuando vales lo que tienes

Yosi

Canción de la etapa: El último pecado – Los Suaves

Kilometraje: Falta Chequearlo (luego lo hago)

Horas desde salida hasta llegada: 11:30 horas (Salida a las 12 am y llegada a las 11:30 pm)

Gastos:

  • Lo pongo luego que me falta recopilar gastos

El día más raro desde que comencé el viaje.  Ya me ha dicho alguien que hablo del GPS mucho, pero os cuento lo que me pasó ayer. La noche de despedida con Nacho y Caroline estuvimos viendo donde sería buen momento para parar la noche siguiente. Sólo tenía la ruta preparada hasta Toulouse y mapas detallados llevo de Escandinavia, de los países de la antigua URSS y de la costa Dálmata. Para Francia, Benelux y Alemania, no llevo nada, y ahora mismo me da algo de rabia porque estoy vendido a San Google. Mirando en Google maps, y en los dos móviles que llevo cada uno me dice una cosa para llegar a Vichy. Bueno, en realidad me dicen la misma cosa pero uno me dice que tardo 3:45 minutos en recorrer relativamente pocos kms y otro me dice que tardo 6:57 minutos… Raro! Ya empieza mal la cosa. ¿A quién hago caso? Al haber decidido ir a Vichy y tener casa para dormir gracias a Couchsurfing, y claro está, gracias a mi anfitriona Mathilde. Me levanto con mis amigos para poder despedir a Nacho que como Caroline y yo le recordamos cada 5 minutos tiene que ir a trabajar. Como buena francesa, el desayuno que me quiere dar Caroline es enorme, pero a mí a esas horas tan sólo me entra un café. Dejé la noche anterior cargando el vídeo que había realizado y me levanto con una sonrisa pensando si habrá salido como quería. Yes! Se lo pongo a ambos y lo ven con ganas. Despedimos a Nacho y me quedo con Caroline y el ordenador, tocaba escribir la nota del día anterior.

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Saliendo de Toulouse

Empiezo recopilando los tickets para ir apuntando todo y me pongo a escribir. Malas noticias en whatsapp me dejaron intrigado el día anterior así que de las primeras cosas que hago al levantarme es preguntar a través del teclado “¿Qué tal has pasado la noche?” Aun sabiendo que no iba a recibir respuesta. Mierda de cáncer me digo a mí mismo. Saldrás de esta, saldremos de esta, pienso en cada uno de los kilómetros que hago. Caroline está tratando de montar un mueble de Ikea que han traído de su mudanza desde Nantes. Le digo que si necesita ayuda pero para quien no la conozca es más cabezona que yo y me dice, “lo tengo controlado”. Como sé que la gusta mucho leer y que es bilingüe total en español e inglés  cada par de párrafos le digo que me vaya leyendo a ver qué le parece. Le gusta, y para una lectora empedernida que me diga que engancha el blog me alegra. Entre medias voy cargando los aparatos electrónicos y poniendo música a Caroline que le gusta descubrir nuevos grupos. Permitidme ahora que os ponga mi canción favorita de mi grupo favorito ya que según escribo esto me viene a la cabeza una parte de su canción, que más que canción yo lo considero poesía de con música rock.

Pero ahora resulta que los viajes se hacen en casa, sentados entre dos luces. Todo el mundo enviando mensajes pensando que van a llegar a su destino, golpeando esas teclas, sucias y grises, que lloran y gritan cada vez que cada uno intercambia mentiras, amor y risas con sus amantes de cristal. Mientras que justo a tu lado, en tu barrio, ese bosque de antenas, ventanas, ruido. Un pobre loco escondido te espera cada día, de la noche a la mañana, sólo para ver el amanecer en tu mirada, y si no puede ser, saber, de qué color es tu vestido.

Verdad que parece mentira que cuando tropiezas por fin con el sueño de tu vida. Por miedo, ciego… o sabe Dios por qué, dejas que pase de largo sin mover un dedo para sujetarlo o intentar conseguirlo. Entonces pobre desdichado, te vas a dar cuenta con el penúltimo suspiro, que bajar al infierno es muy sencillo, sólo hace falta querer, haber sido querido y no haberte dado cuenta hasta el final del camino.

Termino el blog, lo publico, lo mando a las redes sociales, a los grupos de whatsapp con la incertidumbre de si gustará. Caroline lo está pasando mal con el mueble y no puedo dejarla ahí así sin más. Lo primero porque no soy así, lo segundo porque sólo faltaría después de cómo me han acogido. Veo que está montándolo como ella cree a través de una foto de cómo era el mueble antes. La miro y nos reímos al ver que faltan y sobran piezas a partes iguales. Le suplico que descarguemos el catálogo de cómo se monta y parece ceder ante el dichoso mueble. Paso 1, esas baldas lo primero, y me niega con la cabeza… “eso es lo último”. Entre bromas me pongo serio, “Caroline, esas baldas lo primero”. Nos reímos y comenzamos a seguir las instrucciones. En su día fui un experto en Ikea, aunque he de reconocer que el último mueble engañé a mi amigo Dani y prácticamente lo montó él mientras yo bebía cervezas, hace ya casi 4 años. Tras seguir los pasos, lo conseguimos, lo ponemos de pie… y ¡Todo encaja! Chequeo el reloj… la 1! No consigo salir un día pronto.

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Conseguido!

Le pido a Caroline mientras termino de recoger si me puede hacer un bocata de las salchichas que sobraron el día anterior y así no necesito parar y montar el hornillo para hacerme pasta que llevo conmigo desde España. A montar todo en la moto y ritmo en la carretera. Me pongo el casco y sólo veo mosquitos. “Caroline, ¿me podrías limpiar la visera en lo que termino de cargar todo?” Sabía la respuesta así que tengo la visera negra y la transparente limpitas para el viaje. Me voy, GPS cargado con puntos intermedios para que me lleve por donde quiero ir. La salida de Toulouse se hace pesada. Como todas las ciudades francesas, éstas se extienden por muchos kilómetros con casitas bajas. ¡Qué envidia! Pienso para mis adentros. Vivir en un chalet con las comodidades de la ciudad. Sin embargo para ir con la moto, se me hace pesado, casi 45 minutos a 30 kms por hora, lleno de baches para no pasarte de velocidad y no veo el momento de tener más de un kilómetro sin casas. Pasa el tiempo, y por fin las primeras curvas con vegetación salvaje a los costados. Parece ser que he elegido bien la carretera. Sé esto cuando no hay una línea divisoria. Me canso de ver en todas las señales de velocidad la palabra “Rappel”. Como no sé bien lo que significa me paso los kilómetros haciendo chistes sobre lo que supondrá esa palabra. Sinceramente me quedo con el “si eres español para ti esto no afecta”. Me lo tomé muy en serio este significado, y donde ponía 30, en mi cabeza eran 50, donde ponía 50 en mi cabeza eran 80 y la más gorda que vi en aquellas carreteras era la de 70. Ahí la palabra rappel significaba, sin límite de velocidad.

Las carreteritas me llevan a dar a un pueblo llamado Villemur-sur-Tarn. Veo que el pueblo es de tamaño mediano y que la carretera por la que me lleva el GPS comienza en cuesta. Iba a ir ese día por carreteras pequeñas  y el kilometraje marcaba 232. Al consumo que voy la moto me daría hasta casi 400kms de autonomía pero no quiero arriesgarme y doy media vuelta. Con la primera persona que me encuentro le pregunto en inglés sobre una gasolinera, me trata de explicar en francés, ve en mi cara que no hay tu tía, y me dice en inglés “follow me”. Se mete en su casa, saca el coche y me lleva 3 kms hasta una gasolinera. De nuevo pienso, las personas son maravillosas. Primer repostaje en Francia, Gasolina a 1,53€/litro. No está tan mal, me esperaba algo muchísimo peor. Tras una llamada rápida a España y tomar unos anacardos, monto en la moto y sigo hasta dar con el pueblo de Montricoux. Son las 3:30 de la tarde y en la rotonda de entrada me confundo de carretera. “En el primer cruce doy media vuelta” me digo y unos 10 kms más adelante hay un pequeño camino que me va a permitir dar la vuelta. En lo que trato de hacer la maniobra veo que la moto ha quedado maravillosa para una foto. Miro el reloj, las 3:30, y recuerdo el bocata de salchichas que me va a sentar a gloria.

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Mejor que en brazos

Alberto, que te están esperando en Vichy y no sabes si es 2 o 6 horas. Recojo la basura generada y me monto en la moto. Ya al montarme veo que la rueda trasera no se va a librar de una roca que hay en el suelo y pienso en la teoría que es tan sencilla como “dale gas”. Casi 600 kgs calculo que pesará la moto conmigo encima. Embrago, primera hacia abajo y doy un poco de gas para dar la vuelta. Noto la rueda trasera subiendo la roca, toco la maneta de embrague y todo lo que subió de la roca, lo deshace, la moto va para atrás, coge un poquito de inclinación, se me olvida la teoría, creo que puedo con ella, pero la gravedad es más fuerte. Al suelo con ella. Bravo, no llevo ni mil kilómetros y ya ha besado suelo la moto. Casi todos los grandes viajeros van con la BMW GS 1200 (mi próxima moto) cargada de defensas por todos los lados. Las caídas en parado por caminos es su día a día, se bajan se ponen de cuclillas y de espaldas a la moto la levantan sin problemas. Ya me he caído varias veces antes en parado así que pienso que como las otras veces hago la técnica y no habrá problemas. Intento número uno, no se mueve la moto. Intento número dos, no se mueve la moto. Quiero hacer una foto de la moto pero algo en mí le da miedo que con la pendiente supere las defensas y toque el manillar y rompa algo así que desisto de la foto y sujetándola con la pierna rezo para que alguien pase. 30 minutos interminables porque no me quería ni mover. Un Renault 5 se acerca por la carretera. “Por favor, ¡qué pare!” Le hago señas me mira y no hace gestos de parar hasta que está en paralelo y ve que no le estoy saludando que le estoy pidiendo ayuda. Da marcha atrás sin pensárselo dos veces y sale un señor de unos 60 años. Comienza a hablar en francés, yo en inglés, “can you help me?” contesta en francés pero entiendo que me dice de donde agarro. Yo hago fuerza desde el depósito y él desde los bártulos de detrás. Pongo la pata de cabra para que no caiga al otro lado y voilá! La moto en pie. La gente es maravillosa. Me voy a poner rápido el casco y los guantes para salir pero me doy cuenta que el tríceps izquierdo me duele. Me he pasado de hacer esfuerzos y entre los nervios y ese pequeño dolor decido parar, respirar y darme 10 minutos. No es seguro salir con el chute de adrenalina del momento.

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Seguimos

Prosigo la marcha sabiendo que no hay ningún daño, más allá de pintura por la parte inferior de la maleta izquierda. Gajes del oficio, las motos, por bonitas que sean, no están para dejarlas paradas, hay que viajar con ellas. Sigo la marcha y tras alguna parada rápida para beber agua voy a dar al precioso pueblo medieval de Figeac. Al ser un pueblo turístico hay cero problemas en encontrar parking, veo unas motos en la típica explanada y dejo mi moto no muy lejos de otras. No me da tiempo a quitarme el casco y tengo a 3 personas a mi lado. “English?” “Yes”. “What model is this bike? I do not recognize it!” “Roadking, but only the engine and the frame, the rest has been modified” “I have a Dyna” “Too dangerous” respondo recordando el accidente que tuve con mi Dyna por culpa de aquel coche en la calle Orense. La chica era de Paris y su chico era de Amsterdam. “I’m a Hells Angel” me dice y mi cara cambia ni a mejor ni a peor, tan sólo cambia. Me dice que si necesito algo en Amsterdam que vaya a su club y que pregunte por él y que me den todo lo que necesite. Les despido y doy una vuelta por el pueblo buscando una pegatina de la bandera francesa. Son las 5:30 de la tarde y estoy a 320 kms de Vichy. ¡Mierda! Cambio de planes, pongo en el GPS la ruta más rápida independientemente de peajes o autopistas. Llego a la moto y un coche me bloquea el paso. A esperar toca.

Me sentía mal por Mathilde, le había dicho que a las 7 calculaba llegar y no llegaba seguro. Saco el ebook y en lo que espero a que llegue el coche me pongo a leer. 3 páginas vituales y aparece el conductor y me pide mil disculpas que contesto con un “no problem”. Tiramos de GPS y en 40 kms me encontraré con la autopista. 2 horas 37 minutos marca. Necesito decirle a Mathilde que llego tarde y que lo siento. EL pequeño accidente y la parada en el pueblo me han hecho retrasarme. Después de coger la tarjeta del peaje paro a la derecha después de la barrera de salida. Whatsapp. “Mathilde sorry but I had a problem and I will arrive around 10 pm, if you want to cancel I would understand” “No problem at all, you will have the dinner ready when you arrive”. La gente es maravillosa. Autopista que marca 130 si no llueve y 110 en caso de lluvia. No ponía la palabra rappel, así que interpreté que si no ponía la palabra rappel significaba que no había límite para los españoles. Las carreteras son tan grandes y con tan poco tráfico un martes que mi velocidad media era 150, sin darme cuenta. La moto va perfecta no se queja para nada. Si paro arranca a la primera, ruge, me pide más. No pienso en nada, voy jugando con contar los kilómetros. 180 hasta la próxima indicación y según van pasando los kilómetros voy jugando sobre a qué sitios de España me da con esos kilómetros. Desde Figeoc, pensaba, esto es como estar en Valencia tomando una paella con los amigos y tienes que llegar a Madrid para la cena. Pues algo así hasta que los kilómetros sólo me daban para hacer una ruta de mi casa hasta Atocha. ¡Por fin! Una indicación en el GPS. “sigue por la carretera los próximos 48 kms” Algo es algo. En el último peaje paro, escribo a Mathilde, estoy a 30 kms. “No problema, the dinner will be ready when you arrive”.

Me apetecía una ducha al llegar pero entendía que ella se moría de hambre. Una quiche de atún riquísima con unos brotes verdes que me comí, por no hacer un feo. La verdad es que no me disgustaron pese a mis peleas continuas con lo verde. Terminamos de  cenar y le pido dos cosas: si puedo quitarme las botas y dejarlas en algún sitio para que no oliesen (12 horas en moto con botas hasta las rodillas pueden ser infernales dentro de una casa”) y si me podía dar una ducha. Me supo a gloria ambas cosas. Estuvimos hablando hasta las 12:30 y es una chica maravillosa con muchos pájaros en la cabeza. Me comenta que le da rabia no haber cogido español en el instituto porque quiere recorrer américa latina y que con el alemán que cogió no le sirve para nada más que para el país vecino. Duermo muy a gusto en el sofá, le pido que no saque el colchón que mi cansancio puede más. Suena el despertador a las 7:30, ducha, desayuno, despedida, incluyendo la firma en un libro que tiene para todas las personas que acoge, y la sigo hasta el centro para venirme a una cafetería desde donde os estoy escribiendo.

Hoy no ha sido un día de reflexiones en cuanto al blog se refiere, pero es que las reflexiones en mi cabeza durante el día de hoy han sido muchas y debo asimilarlas. Próxima parada, no sé dónde será. Voy dirección Luxemburgo y no quiero pedir a nadie que me acoja. No quiero tener que llegar a ningún sitio.

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Seguimos en marcha

PD.- Mañana traigo un reto para vosotros. Quiero recordaros que estoy tratando de recaudar fondos para la investigación contra el cáncer a través de la asociación rodando contra el cáncer que exclusivamente hace de canalizador de fondos para la fundación Cris contra el cáncer. Tengo unas cinco personas y una empresa (Gracias Nalba) que se han adherido. Si consigo de aquí a una semana 20 en total, tengo sorpresa y un nuevo país que visitar. Gracias!

2 respuestas a “1º Episodio – 3ª Etapa. Toulouse – Vichy

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  1. Grande Ato. No responderé ni comentaré siempre, pero que sepas que te estoy siguiendo con asiduidad y que estoy disfrutando mucho compartiendo tu viaje y tus pensamientos. “Bonne route mon ami” (luego lo buscas, junto con Rappel).

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